Cuba Dependerá de EE.UU.
ROBERTO ALVAREZ QUIÑONES
Lo que son las ironías de la política. Yo recuerdo muy bien que los marxistas cubanos antes de la llegada de Fidel Castro al poder se pasaban la vida denunciando la “humillante dependencia” que tenía Cuba de Estados Unidos en todos los sentidos, principalmente en lo económico y comercial.
Pues bien, ahora los comunistas, que gobiernan en la isla desde hace casi seis décadas, tienen y tendrán cada vez más, una dependencia mucho mayor de EE.UU que la que tuvo nunca el país antes del castrismo.
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Y es que, independientemente de si el Congreso estadounidense levanta el embargo comercial y financiero o no lo hace, la economía cubana dependerá de su vecino del norte tanto o más que lo que dependió de la Unión Soviética y de Venezuela.
Creo que tal maridaje económico con el “enemigo imperialista” será inevitable, en la misma medida en que se agrave la crisis en Venezuela y el precio del petróleo no regrese a los niveles de 90 y 100 dólares el barril, algo que descartan a corto y mediano plazo incluso los más optimistas expertos en materia energética.
La explicación es muy simple: Fidel Castro al suprimir el sector privado hace 55 años e imponer el improductivo sistema marxista-leninista mató la gallina de los huevos de oro. Desde entonces Cuba, una de las naciones con más alto nivel de vida en Latinoamérica en los años 50, perdió la capacidad de sustentarse a sí misma.
Tal capacidad de sustentación no será recuperada hasta tanto no sean liberadas las fuerzas productivas y surja un pujante sector capitalista en la isla. La imposibilidad de valerse por sí misma convirtió a Cuba en un país proxeneta cuya economía sólo puede mantenerse a flote si un mecenas extranjero le obsequia mucho dinero.
La URSS ya no existe. El chavismo en Venezuela va por el mismo camino, y antes perderá su condición de tío rico dadivoso. Por tanto, la única fuente importante de “cash” que tendrán los hermanos Castro será EE.UU.
El país no produce
Y es que el país apenas produce. La improductividad de la economía castrista es de tal magnitud que el valor de las exportaciones de bienes (sin incluir los servicios) en 2014 no llegó a los $5,000 millones. República Dominicana (10.5 millones de habitantes) y Bolivia (10.8 millones de habitantes), países pobres y con una población cuantitativamente similar a la Cuba, en 2014 exportaron más del doble: las ventas externas de bienes dominicanos superaron los $10,000 millones y las de Bolivia sumaron $12,856 millones.
Por otra parte, mientras la formación bruta de capital fijo (requisito sine qua non para el desarrollo económico) en Latinoamérica oscila entre 19% y un 29% del Producto Interno Bruto (PIB), en Cuba no llega al 7%. O sea, el país está descapitalizado. Por eso la Junta Militar exporta médicos y se apropia del 80% de sus salarios, a la vez que mendiga la limosna extranjera.
Parasitismo
Con la estatización en 1960 de las empresas grandes y medianas del país, con el estalinista Che Guevara al frente, la economía cubana, transformada ya en un parásito social, pasó a depender de la Unión Soviética, que se hizo cargo de mantener al castrismo para utilizar a Cuba como gran base de inteligencia en las narices de Washington y para expandir la influencia soviética por el continente americano.
Con la marxista “división socialista internacional del trabajo”, diseñada en Moscú, tan pronto Cuba entró en Consejo de Ayuda Mutua Económica (CAME) en 1972 se le designó como la azucarera de dicho bloque comunista, auspiciado y controlado por la URSS. El CAME, con 11 países miembros (más Yugoslavia como miembro asociado) y creado en 1949, era conocido en Occidente como COMECON y tenía como brazo político-militar el Pacto de Varsovia.
Déficits sin fin
La URSS le compraba a Cuba unos cuatro millones de toneladas de azúcar, así como níquel y otros productos básicos. Y enviaba a la isla el petróleo que consumía, maquinarias, alimentos, equipos de transporte, materias primas y casi todos los bienes que necesitaba. Encima le entregaba gratuitamente modernos aviones de combate, tanques, barcos, fusiles, ametralladoras, cañones, cohetes, etc.
Pero el valor de lo enviado por la URSS era infinitamente superior a lo entregado por Cuba y la balanza comercial cubana con el CAME, en particular con la URSS, y con el resto del mundo, registró siempre enormes déficits durante 30 años consecutivos, excepto 1974, en que obtuvo un superávit de 10 millones de dólares. Todos los déficits, de hasta $2,700 millones anuales --descomunales para el tamaño de la economía cubana-- fueron asumidos por Moscú con créditos que jamás pagaron los Castro.
El colmo de un subsidio
Como Cuba era incapaz de generar recursos financieros suficientes la URSS llegó a pagar a 45 centavos la libra de azúcar cubana mientras el precio internacional era de apenas 4 centavos. El colmo fue que la isla consumía menos de 10 millones de toneladas petróleo de su “cuota” de 13 millones de toneladas asignadas en el CAME y la URSS vendía a países capitalistas ese petróleo no consumido y le entregaba a los Castro el importe en divisas convertibles.
Y según me dijo “off the record” a mediados de los 80 el ministro de Economía, Humberto Pérez, aquellas ventas soviéticas del petróleo “cubano” le daban al país mucho más divisas que las exportaciones de azúcar a Occidente, que por entonces rondaban los $400 millones.
En fin, en las tres décadas de “amistad cubano-soviética” los subsidios de Moscú a La Habana superaron los $115,000 millones de dólares. Sin ese dinero del Tío Sacha probablemente el castrismo sería hoy historia antigua.
Desapareció la URSS como Estado, pero del sombrero de un mago desfasado en el tiempo salió Hugo Chávez, quien se hizo cargo de mantener a los Castro. En lo que va de siglo Caracas ha enviado a La Habana unos $90,000 millones en subvenciones.
La ‘gusanera’ imprescindible
Ahora la crisis en Venezuela va al galope y peligran esos subsidios. Aunque EE.UU nunca subsidiaría a Cuba, sí será su puntal económico. Ya hoy es el segundo suministrador de divisas a la isla. Y digo más, en buena medida el castrismo ya depende de la “gusanera imprescindible” residente en EE.UU
Prestigiosas fuentes estiman que las remesas enviadas desde territorio estadounidense hacia la isla ascendieron a unos $2,700 millones en 2014, y que los paquetes (medicinas, ropa, equipos, etc.) sumaron $2,500 millones. Quienes viajaron desde EE.UU llevaron en sus bolsillos otros $700 millones. El total fue de $5,900 millones.
Si agregamos los honorarios exorbitantes por los pasaportes y sus prórrogas, los permisos a los cubanos para visitar su propio país, pasajes con precios astronómicos, gabelas exigidas a las líneas aéreas y los turoperadores, las "mordidas" de los empleados de aduanas y funcionarios, y otros abusos, el total de recursos financieros obtenidos por los Castro desde EE.UU en 2014 fácilmente superó los $6,100 millones.
Esa cifra quintuplicó los ingresos netos que generó el turismo. Recordemos que de cada dólar captado en Cuba por el turismo unos 55 centavos vuelven a irse al extranjero en la importación de insumos, equipos, alimentos y todo lo que necesita dicha industria para funcionar.
Según estadísticas oficiales el año pasado el turismo dejó en Cuba ingresos brutos por $2,700 millones. Pues bien, sólo quedaron disponibles para el gobierno unos $1,215 millones, es decir, menos del 20% de lo que recibió el país desde EE.UU.
Ahora con el deshielo Washington-La Habana y la flexibilización para viajar a Cuba se ha disparado el flujo de visitantes desde EE.UU a la isla, así como las remesas y la paquetería. Por eso en 2015 Cuba tal vez recibirá más de $7,000 millones desde EE.UU, una cantidad cercana a los subsidios venezolanos, que para este año se estima rondarán los $8,500 millones.
Con más facilidades legales para viajar a Cuba, como las que anuncia la Administración Obama, la cifra podría alcanzar los $8,500 o $ 9,000 millones en los próximos tres o cuatro años. Es decir, si se acabasen los subsidios venezolanos el castrismo tendría un asidero económico al cual agarrarse.
‘Tanto nadar para morir en la orilla’
Lo ideal para el régimen sería que se levantase el embargo. Pero no porque llegarían las compañías estadounidenses a invertir masivamente. Eso no ocurrirá mientras la dictadura no suprima las leyes y reglas del juego estalinistas y en buena medida libere las fuerzas productivas. Con el cese del embargo el beneficio adicional que obtendría la nomenklatura castrista sería la avalancha de turistas estadounidenses, sólo limitada por la insuficiente infraestructura hotelera y gastronómica del país.
En resumen, que haya embargo, o no, será el dinero procedente de la “Yuma” lo que mantendrá a flote la maltrecha economía cubana. Irónicamente la Junta Militar dictatorial dependerá abrumadoramente de su vecino del Norte.
Estoy seguro de que no pocos viejos fidelistas van a comentar con amarga sorna: “tanto nadar para morir en la orilla”.
(Alvarez Quiñones es periodista y escritor radicado en el sur de California. Durante más de tres décadas ha escrito sobre el curso de la economía mundial y temas de política internacional para diversos medios de comunicación. Es un especialista en asuntos cubanos)
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